Sin billete de vuelta
por Francisco José Alvarado Lavado
Llegó ese momento de abandonar el nido. Asustado frente al abismo de un sitio desconocido, nueva gente, la licenciatura; intenté seguir los consejos de mi abuela: “allá donde fueres, haz lo que vieres. Así que, allí me planté, en una residencia universitaria con 300 estudiantes más de mi edad y con mi modo de actuación, el aprendido durante toda mi infancia y adolescencia en Montánchez, un pueblo del sur de Cáceres, de ni 2000 habitantes en la actualidad.Hasta entonces, había sido un chico popular y conocido, influenciado por la forma de pensar rural: el qué dirán, intentar agradar a todo el mundo… en definitiva, y en muchas ocasiones, vivir...